
E n la penumbra de una habitación, el eco sordo de la tragedia se entrelaza con el susurro de la brisa nocturna. No hay miedo, ni sorpresa; solo un frío vacío, una apatía forjada en el yunque de la indiferencia. Los misiles trazan su letal danza a través de la ventana abierta, pero el alma del observador permanece inmóvil.
Las noches se tiñen de oscuridad y la maldad se desliza como una sombra perversa que se filtra sin resistencia. Es el imperio de la desolación que anida en el silencio, un silencio que ni el estrépito de la guerra logra quebrantar. Las doctrinas distorsionadas de ídolos deformes dictan la sinfonía de la destrucción, donde la humanidad tropieza en un laberinto de divisiones arbitrarias, separando razas en categorías de superioridad e inferioridad.
Niños caen, inocencia desgarrada por el filo de la violencia, mientras la sangre confiere un macabro matiz a valores ya de por sí manchados. Pero el exterminio, fallido y triste, no consigue abrir los ojos del exterminado, sino que cicatriza cada herida como un recordatorio de un mundo desviado de su rumbo.
No hay espacio para la emoción, porque aprender a no sentir se ha convertido en la única defensa ante la avalancha de la crueldad. Todo se normaliza, como si el horror fuese la rutina cotidiana, y la estrella antes humillada se transforma ahora en un acero de exterminio para su propio hermano.
En medio del caos, una llamada resuena desde lo más profundo del desgarro. Las palabras emergen como una plegaria, instando a recordar los rostros de las víctimas y a liberarse de las cadenas de la razón del fusil y los bombardeos. La identidad, envuelta en los hilos de la confraternidad, yace aguardando su renacimiento.
Se alza la visión de un futuro distinto, donde la semilla de la reconciliación germina en una tierra regada por lágrimas compartidas. La posibilidad de unión, de niños que puedan crecer sin las sombras del odio y la rabia, se ofrece como un faro en la noche interminable de la discordia.
Una última llamada directa resuena en el corazón del hermano, un cuestionamiento profundo sobre las elecciones que convierten a hijas en viudas y huérfanas. Las lágrimas, aunque caen en un océano de desesperanza, llevan consigo el reflejo del futuro roto de ambas familias, una advertencia melancólica de que el precio de la destrucción es la pérdida compartida.
“Toni Benavente García es como un gran alquimista. Mezcla en un caldero todas sus especies, plantas y minerales de los que dispone. Uniendo toda esta amalgama para la creación de versos y pensamientos mágicos que despiertan la curiosidad de sus lectores.”
Lector
“En su libro Játar. Frontera de civilizaciones, el autor verdaderamente consigue cautivarme con sus palabras, imaginando y sintiendo Játar como algo cercano y asombrosamente familiar. El autor te transporta a un lugar cálido y reconfortante del que no quisieras marchar nunca.”
Lectora
“Una vez leído su libro Nova Omicrom, no solo me pareció una verdadera obra maestra de la ciencia ficción, si no que después de que surgieran ciertas noticias en los medios de comunicación, tuve que volver a retomar su lectura nuevamente, debido a la gran similitud con diversos acontecimientos narrados en él”
Lector
“Els Pirates del Vescomtat de Cabrera és una excel·lent novel·la que ens situa al segle XVI, en un moment en què els catalans naveguen per la Mediterrània i per oceans que els són desconeguts. L'autor ens narra amb tota mena de detalls els canvis que suposa la colonització d’Amèrica per la nàutica del territori català i l'auge en aquests temps de la pirateria. M'ha semblat una gran novel·la de narrativa històrica, amb unes magnífiques descripcions sobre la Catalunya del segle xvi.”
Lectora
“Lo peor no fue la pandemia es una novela original, con anexos poéticos y reflexivos. Es muy amena y mezcla ficción y autobiografia. Es una lectura que no te dejara indiferente.”
Lectora
“Dissertacions d'un poeta és una col·lecció de poemes molt profunds que fan volar la teva imaginació. M'ha encantat.”
Lectora